Análisis por Rick Wayman*
WASHINGTON, DC: (IDN) – El 23 de mayo, el Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE) publicó un comunicado de prensa que celebraba el presupuesto propuesto por el Presidente Trump para 2018. El DOE elogió específicamente el proyecto de “10.200 millones de dólares para actividades de armas para mantener y mejorar la protección, seguridad y eficacia de nuestras empresas de armas nucleares”.
Menos de 24 horas antes, la embajadora Elayne Whyte de Costa Rica publicó el borrador de un tratado que prohíbe las armas nucleares. La embajadora Whyte es Presidente de la Conferencia de las Naciones Unidas para negociar un instrumento jurídicamente vinculante que prohíba las armas nucleares, con miras a su eliminación total.
Hasta el momento, más de 130 naciones han participado en las negociaciones del tratado de prohibición. Se espera un texto final del tratado para principios de julio.
El proyecto de tratado prohíbe a los Estados Partes, entre otras cosas, desarrollar, producir, fabricar, poseer o almacenar armas nucleares. Estados Unidos ha boicoteado agresivamente las negociaciones del tratado y ha buscado activamente socavar los esfuerzos de buena fe de la mayoría de las naciones del mundo para prohibir estas armas indiscriminada y catastróficamente destructivas.
Nadie se sorprende de la financiación propuesta por el presidente Trump para actividades de armas nucleares; de hecho, es en gran parte una continuación del programa de “modernización” nuclear de los Estados Unidos que comenzó bajo el presidente Obama.
Lo que es alarmante, sin embargo, es la admisión tácita por el Departamento de Energía de que no se trata simplemente de un mantenimiento de las cabezas nucleares actuales de los Estados Unidos hasta que sean eliminadas. Más bien, se está mejorando la “efectividad” de las armas nucleares, al incorporar nuevas capacidades militares en nuevas armas, que se espera sigan activas durante las últimas décadas del siglo XXI.
El borrador del tratado de prohibición deja claro que “las consecuencias catastróficas de las armas nucleares trascienden las fronteras nacionales, plantean graves consecuencias para la supervivencia humana, el medio ambiente, el desarrollo socioeconómico, la economía mundial, la seguridad alimentaria y la salud de las generaciones futuras”.
Si Estados Unidos planea unirse o no a la mayoría de las naciones del mundo en un tratado que prohíba las armas nucleares, sus políticas y programas deben reflejar la evidencia indiscutible de las catastróficas consecuencias del uso de armas nucleares.
Simplemente, no hay excusa para invertir en nuevas armas nucleares en lugar de un empuje diplomático para una verdadera seguridad en un mundo sin armas nucleares.
Una obligación de buena fe
El artículo VI del tratado sobre la no proliferación de las armas nucleares (TNP), obliga a todas las partes a negociar de buena fe el fin de la carrera de armamentos nucleares en una fecha próxima. Ese tratado entró en vigor hace más de 47 años.
El proyecto de tratado de prohibición repite la declaración unánime de 1996 de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que dice: ” Existe la obligación de emprender de buena fe y concluir negociaciones encaminadas al desarme nuclear en todos sus aspectos, bajo un estricto y eficaz control internacional”.
El Juez Christopher Weeramantry fue Vicepresidente de la CIJ cuando emitió su Opinión Consultiva de 1996. En un artículo que escribió para la Nuclear Age Peace Foundation en 2013, examinó en detalle el concepto de buena fe en el contexto del desarme nuclear.
Él escribió: “No hay un camino a medias en el deber de cumplimiento con buena fe en el derecho internacional.” Y continuó: “La falta de respeto y la violación de la buena fe crece de forma exponencial si, lejos de cumplir incluso parcialmente, hay un total no- cumplimiento de las obligaciones que impone”.
Los Estados Unidos y muchos otros países con armas nucleares sostienen que cumplen sus obligaciones, porque el número total de armas nucleares en sus arsenales ha disminuido. Las reducciones cuantitativas son importantes y los avances en este frente han sido significativos durante las últimas dos décadas.
Sin embargo, una carrera de armamentos nucleares no tiene que ser simplemente cuantitativa. Más bien, lo que vemos ahora entre muchas de las naciones con armas nucleares es una carrera cualitativa de armas nucleares, con mejoras en la “efectividad” de las armas como componente clave.
Esta carrera cualitativa de armas nucleares es una violación flagrante de la obligación de buena fe y, según la interpretación del juez Weeramantry, probablemente incluso constituya mala fe.
Una prohibición está llegando
Independientemente de la cantidad de dinero que Estados Unidos y otras naciones nucleares comprometan con sus arsenales nucleares, la gran mayoría de las naciones del mundo planean concluir un tratado que prohíba las armas nucleares en julio.
A pesar de que este tratado no detendrá inmediatamente el desarrollo de armas nucleares, ni disminuirá la amenaza que representan para la humanidad todos los arsenales de armas nucleares, es un paso importante en la dirección correcta.
El TNP y el derecho internacional consuetudinario exigen que todas las naciones -no sólo las que poseen armas nucleares- negocien el desarme nuclear.
El tratado de prohibición es el primero de muchos pasos necesarios para cumplir con esta obligación y sentará una base sólida para la futura acción multilateral.
Los países sin armas nucleares deben seguir mejorando la eficacia de sus arsenales diplomáticos, para asegurar la entrada en vigor exitosa de un tratado de prohibición y las medidas posteriores para lograr finalmente un mundo libre de armas nucleares.
Nota del autor: En general, el Departamento de Energía de los Estados Unidos se encarga del diseño, la producción y el mantenimiento de ojivas nucleares y bombas, mientras que el Departamento de Defensa se ocupa de los sistemas de entrega (ICBM, submarinos y aviones bombarderos) e implementación en líneas presupuestarias multimillonarias que no se abordan en este artículo. Para más información sobre los planes de “modernización” nuclear del Departamento de Energía, vea el nuevo informe de la Alianza para la Rendición de Cuentas Nucleares, “Auditoría de rendición de cuentas“.
* Rick Wayman es Director de Programas y Operaciones de la Nuclear Age Peace Foundation. También es miembro de la Junta de Directores de la Alianza para la Responsabilidad Nuclear y es copresidente de la red “Amplify: Generation of Change” para la abolición nuclear. [IDN-InDepthNews – 24 de mayo de 2017]
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Imagen: Un paso más cerca de la energía de fusión. Crédito: DOE