Por Thalif Deen
La vehemente oposición de Arabia Saudita al acuerdo provisional alcanzado entre Irán y seis potencias mundiales desató especulaciones sobre sus propios proyectos atómicos.
Como señaló el diario estadounidense The Wall Street Journal a comienzos de esta semana, los sauditas podrían concluir que la aceptación internacional del programa nuclear de Irán los habilita a, por ejemplo, “procurar su propia capacidad atómica a través de una simple compra”.
La fuente probable: Pakistán, cuyo programa nuclear fue financiado en parte por los sauditas.
Pero ese sería el peor escenario, particularmente si las históricas relaciones políticas y militares entre Estados Unidos y Arabia Saudita siguen deteriorándose.
Las primeras señales de las ambiciones nucleares sauditas surgieron en 2011, cuando el príncipe Turki al Faisal, exembajador en Estados Unidos, advirtió que las amenazas atómicas de Israel e Irán podrían obligar a su país a emprender el mismo camino.
Al hablar en un foro de seguridad en Riyadh, señaló: “Es nuestro deber con nuestra nación y con nuestro pueblo considerar todas las opciones posibles, incluyendo la posesión de armas atómicas”.
El alcance de esta advertencia dependerá en parte de cómo evolucionen las negociaciones para que Irán ponga fin a su programa de desarrollo atómico, cuando expire el actual acuerdo provisional de seis meses.
El arreglo fue alcanzado el domingo 24 en Ginebra entre delegados de Irán y del llamado P5+1 (China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia, más Alemania).
Hillel Schenker, coeditor del periódico Palestine-Israel Journal, publicado en Jerusalén, y quien ha seguido de cerca el desarrollo nuclear en Medio Oriente, dijo a IPS que las críticas al acuerdo en Ginebra se basan en la hipótesis de que no será efectivo.
Pero si demuestra ser un paso útil hacia un arreglo definitivo que impida a Irán adquirir armas nucleares, Riyadh no sentirá la necesidad de obtener su propio arsenal, señaló.
Además, sostuvo, “así como Israel presionará para que en el acuerdo final se tenga en cuenta el apoyo de Irán al (grupo libanés) Hezbolá y a Yihad Islámica, Arabia Saudita y los países del Golfo (predominantemente sunitas) presionarán por garantías estadounidenses para su seguridad frente a las aspiraciones iraníes chiitas en la región”.[related_articles]
Sobre el impulso que el pacto de Ginebra podría dar a que otros estados de Medio Oriente pretendan procurar su propio arsenal atómico, Shannon N. Kile, investigador encargado del Proyecto sobre Control de Armas Nucleares, Desarme y No Proliferación en el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés), dijo a IPS: “Creo que eso dependerá de la forma que tome el acuerdo definitivo”.
Las partes esperan alcanzar ese acuerdo una vez que concluya el provisional, dentro de seis meses.
Por ahora, dijo Kile, no está claro hasta qué punto Irán está dispuesto a limitar o reducir sus actividades del ciclo de combustible nuclear a cambio de un levantamiento de las sanciones de Occidente.
Tampoco si Estados Unidos y la Unión Europea querrán levantar las sanciones en caso de que Irán no desmantele casi por completo su infraestructura atómica.
Kile consideró que los temores de Estados Unidos, Israel y de los países árabes solo se aplacarán si se alcanza un acuerdo que incluya significativas limitaciones técnicas al programa nuclear, acompañado por una verificación de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA),en particular, la aceptación iraní del Protocolo Adicional.
Esto a su vez servirá para frenar la proliferación en Medio Oriente, señaló.
Además de Arabia Saudita, también se especula sobre las ambiciones nucleares de otra nación de Medio Oriente: Egipto, a pesar de que se encuentra en medio de un torbellino político.
Pero Schenker dijo a IPS que, si bien es posible que El Cairo se preocupe por el acuerdo y se sienta obligado a competir por la hegemonía iraní en la región, los egipcios están en este momento inmersos en sus propios asuntos.
“Si el acuerdo final es razonable desde su punto de vista, no hay posibilidades de que decidan adquirir poderío atómico”, opinó.
Sin embargo, el depuesto presidente Mohammad Morsi (junio 2012-julio 2013) y actual régimen militar anunciaron su interés en revivir un proyecto para construir una planta de energía atómica, quizás como contrapeso al programa iraní.
Pero Schenker sostuvo que un sólido acuerdo final con Irán solo fortalecerá la determinación de Egipto a promover una zona libre de armas nucleares en Medio Oriente, poniendo también sobre la mesa el programa atómico de Israel.
“A mí me parece que el pesimismo sobre el acuerdo entre Irán y el P5+1 viene de Israel, Arabia Saudita y algunos sectores del Congreso legislativo de Estados Unidos, lo cual es entendible considerando que los iraníes han sido poco abiertos, y en algunos casos deshonestos, sobre sus actividades nucleares”, dijo Kile.
De todas formas, el acuerdo es un paso importante para atender la preocupación internacional sobre el alcance del programa nuclear iraní, y por tanto debe ser bien recibido incluso por aquellos que son escépticos a las intenciones nucleares de Teherán, sostuvo.
El pacto de Ginebra impone limitaciones técnicas y requisitos de verificación durante seis meses, que hacen casi imposible que Irán utilice sus instalaciones nucleares para adquirir el nivel tecnológico necesario para construir una bomba atómica en ese periodo.
Por tanto, si Irán más adelante decide fabricar armas nucleares, tardará más tiempo, destacó Kile.
“Estos son logros importantes que no deben ser ignorados ni minimizados”, añadió.