- El inmueble inspirado en la sede de las Naciones Unida, fue el epicentro de la diplomacia mexicana por casi cuarenta años. Allí se celebró uno de los capítulos más importantes en la lucha contra la proscripción de armas nucleares en 1967, se firmó el Tratado de Tlatelolco.
Por Guillermo Ayala Alanis
Ciudad de México, septiembre 2025.
Hablar de Tlatelolco es hablar de historia. Este sitio, ubicado en el norte de la Ciudad de México, fusiona pasado y presente representados en tres culturas: prehispánica, colonial y contemporánea. Es un lugar marcado por la muerte y, a la vez, por la garantía de vida. Aquí ha habido guerra y paz, comercio y evangelización, modernidad y represión, resiliencia, diplomacia y la lucha por la no proliferación de armas nucleares.
En el paisaje de Tlatelolco se impone una torre de 22 pisos que, por casi 40 años —de 1966 a 2005—, albergó la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE). Hoy es el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT), espacio dedicado a preservar la memoria de este emblemático barrio. “Los espacios tienen ecos; los muros nos hablan de cómo la arquitectura está poblada de historia. Este edificio es una certeza de que el ámbito diplomático en esta zona de la Ciudad de México fue muy importante en una década que requería presencia”, comentó Roberto Barajas Chávez, coordinador de Artes Visuales del CCUT, en entrevista para INPS Japan.
Foto: Edificio del Centro Universitario Cultural Tlatelolco, CCUT, antigua torre de la SRE.
Autor: Guillermo Ayala Alanis.
En la década de los sesenta del siglo pasado, el gobierno mexicano buscaba concentrar en un solo inmueble la actividad diplomática del país, entonces dispersa en varios edificios. Se eligió Tlatelolco, donde relucía la recién inaugurada unidad habitacional Nonoalco-Tlatelolco, símbolo de progreso y escaparate de la bonanza que México quería mostrar al mundo. La torre de la SRE se inauguró en 1966 y de inmediato se convirtió en el epicentro de la política exterior de México.
Desde ese nuevo recinto, el entonces canciller Alfonso García Robles impulsó un hecho histórico: el Tratado para la Proscripción de Armas Nucleares en América Latina y el Caribe, mejor conocido como Tratado de Tlatelolco. Firmado el 14 de febrero de 1967, convirtió a la región en la primera zona libre de armas nucleares del mundo. Su relevancia fue enorme en plena Guerra Fría, cuando el planeta vivía bajo la amenaza de una guerra sin precedentes entre Estados Unidos y la Unión Soviética que casi toma de campo de batalla a América Latina y el Caribe, en el episodio conocido como la crisis de los misiles de 1962.
“Esta disputa que parecía bipolar, en realidad era global porque afectaba a todo el mundo. Lo importante es que el Tratado de Tlatelolco sigue teniendo ecos en la actualidad; organismos internacionales como el OPANAL nos lo recuerdan”, expresó Roberto Barajas.
La torre de la SRE fue obra del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez. Su fachada de mármol blanco y ventanales de cristal oscuro, con 102 metros de altura, simboliza “limpieza y verticalidad”, valores que se buscaban reflejar en la política exterior mexicana. La estructura se inspiró en la sede de la ONU en Nueva York, tanto en su forma rectangular como en la distribución interior de pasillos, auditorios, oficinas y salas de reunión.
Con el inicio del nuevo milenio, en el año de 2006, la SRE trasladó sus oficinas al centro de la Ciudad de México dejando vacante la torre en Tlatelolco. El inmueble había resistido el terremoto de 1985, aunque presentaba daños estructurales. En 2007, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) asumió el control del inmueble y lo transformó en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, dedicado a la difusión artística y a la preservación de la memoria histórica.
Hoy el recinto alberga dos salas permanentes. La primera narra la historia prehispánica de Tlatelolco, fundada en 1337 como ciudad espejo de México-Tenochtitlán y clave en el comercio entre las poblaciones de la región. La segunda está dedicada al movimiento estudiantil de 1968, cuando el dos de octubre el ejército, por órdenes del entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, reprimió brutalmente a estudiantes de la UNAM y otras instituciones de educación superior. Esta sala recuerda a las víctimas y el contexto de represión de la época.
Aunque no existe una sala permanente dedicada exclusivamente al Tratado de Tlatelolco, el CCUT mantiene viva su memoria. En 2025 presentó la exposición Tlatelolco: epicentro de desarme nuclear y feminismos, que conmemoró los 58 años de la firma del tratado y los 50 de la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en 1975 en la misma torre.
“El alma de este edificio era diplomática y una innovación arquitectónica. Dialogar con el pasado no es solo recuperar la memoria, sino replantear el presente e incluso pensar el futuro”, explica Barajas.

Foto: Roberto Barajas Chávez, Coordinador de Artes Visuales del CCUT.
Autor: Guillermo Ayala Alanis.
El recuerdo del Embajador Alfonso García Robles, Premio Nobel de la Paz en 1982 por su impulso al desarme nuclear, también perdura. El auditorio principal y una librería del recinto llevan su nombre. En esa librería se exhibe un cuadro que parece vigilar la literatura sobre los hechos históricos de Tlatelolco como el movimiento estudiantil de 1968.

Foto: Librería Alfonso García Robles en Tlatelolco.
Autor: Guillermo Ayala Alanis.
La antigua sala donde se firmó el Tratado de Tlatelolco fue adaptada a las necesidades actuales. Aquel gran espacio, en el que diplomáticos mexicanos mostraban a los visitantes de otras naciones amigas la fusión de las tres culturas que son el presente y pasado de México, hoy se destina a exposiciones y eventos temporales. Sin embargo, un espacio más pequeño en el CCUT recrea cómo lucía la sala principal durante aquellas históricas negociaciones que demostraron al mundo que América Latina era capaz de trabajar en favor de la no proliferación de armas nucleares.


Photo: Sala de Firma del Tratado de Tlatelolco.
Además de exposiciones y conferencias, el Centro Cultural Universitario Tlatelolco organiza conciertos, talleres y actividades comunitarias que fortalecen la relación con los barrios vecinos. Su meta es que la historia local dialogue con las nuevas generaciones y que los habitantes se reconozcan como parte de un legado que combina resistencia, cultura y diplomacia.
El pasado 19 de septiembre, en Tlatelolco se recordó a las víctimas del sismo que sacudió a la Ciudad de México hace 40 años. En el multifamiliar Nonoalco-Tlatelolco, esa moderna unidad símbolo de la modernidad del México de los años sesenta, pereció el edificio Nuevo León y afectó con daños menos catastróficos otros inmuebles, entre ellos la Torre de la SRE que en 2026 cumplirá 60 años de existencia para lo cual, el Centro Cultural Universitario Tlatelolco ya se prepara para las festividades. INPS Japan